Otro grupo de riesgo está formado por las personas que tienen algún
tipo de padecimiento mental, como bipolaridad o esquizofrenia. "Sabemos
que existe un gran porcentaje de comorbilidad (es decir, de presencia de
dos trastornos simultáneos: la adicción y una enfermedad mental)", dice
Rubén Baler. Aproximadamente 60% de las personas con problemas de abuso
de sustancias tienen también una enfermedad psiquiátrica.
La doctora Medina Mora ilustra con el caso de un niño con problemas
de ansiedad; por ejemplo, las fobias que surgen más o menos a los siete
años. Si este niño llega a la edad adulta sin encontrarse con las drogas
o con el alcohol, probablemente ya para entonces podrá resolver su
problema. No obstante, si en su adolescencia prueba el alcohol y
descubre que éste reduce la ansiedad, confundirá ese efecto con la
solución de sus problemas y será mayor el riesgo de que desarrolle
dependencia. Ya adulto seguirá teniendo el problema de la ansiedad y
además una adicción. Es importante identificar lo más pronto posible a
la gente que padece enfermedades psiquiátricas o, en general, que es más
vulnerable a caer en adicciones.
El uso de drogas como la mariguana en edades tempranas aumenta el
riesgo de depresión. Algo similar sucede con la esquizofrenia, cuyo
riesgo aumenta entre una y siete veces en quienes empezaron a fumar
mariguana antes de los 25 años.
Consecuencias conductuales, familiares y sociales
Todas las adicciones pueden tener graves consecuencias para la salud y
las relaciones humanas y, por tanto, para el bienestar personal,
familiar y social. Este trastorno afecta varios circuitos cerebrales.
"No solamente el circuito que calcula la recompensa", dice Rubén Baler,
"sino también los relacionados con el aprendizaje, con la memoria, con
el control de emociones, con la toma de decisiones; son varios
circuitos. Todos interactúan entre sí y muestran una disfunción en el
adicto". Asimismo, dependiendo de la sustancia y del tiempo que se haya
empleado, los efectos sobre la salud pueden ir de enfermedades
cardiovasculares, enfisema o cáncer, al desarrollo de trastornos
mentales irreversibles.
Siendo adicto se corre también el riesgo de sufrir o infligir a otras
personas algún daño no intencional, o de incurrir en actos de violencia
o delitos por influencia de las drogas o de la abstinencia. La doctora
Medina Mora señala que "las drogas también son un problema social con
muchas facetas porque tener un adicto en la familia la modifica, afecta
su calidad de vida y tiene un impacto emocional, económico y social".
Por esta razón se buscan enfoques de tratamiento que permitan a las
personas con adicción abandonar la sustancia, pero al mismo tiempo que
modifiquen, desde el aspecto bioquímico y conductual, las causas que
provocan y agravan su adicción. Para que un tratamiento sea efectivo
debe atacar por todos estos frentes. "Por ejemplo, hay que entrenar de
nuevo los circuitos neuronales que calculan las recompensas naturales:
la de la comida, la de salir con amigos, la del sexo. Todos los aspectos
de la recompensa natural que se volvieron disfuncionales en el adicto",
señala el doctor Baler.
Lo mismo sucede con los circuitos relacionados con la voluntad
(memoria, emociones, toma de decisiones). "Cada uno de estos aspectos
relacionados con las funciones ejecutivas tiene que ser atacado de un
modo distinto", dice Baler. Así, algunos pueden recibir tratamiento con
fármacos; otros requerirán terapias cognitivo-conductuales o
intervenciones motivacionales, entre otras terapias de eficacia probada
en las personas adictas y que también suelen combinarse con fármacos. No
obstante, añade Baler, "el mensaje importante es que la adicción
conlleva el desajuste de muchos circuitos, y que para tratar al adicto
deben tenerse en cuenta todas las disfunciones al mismo tiempo".
Por tanto, el tratamiento debe definirse según la persona, el tipo de
sustancia, el ambiente en que vive y sus recursos, internos y externos.
No se intenta resolver únicamente el problema bioquímico, sino
considerar al individuo y su contexto: su familia y su lugar de trabajo.
En definitiva, se requiere una terapia multidimensional que procure
entrenar nuevamente un cerebro que aprendió algo totalmente anormal,
pues la adicción, en última instancia, es una enfermedad de aprendizaje.
Como la diabetes, la adicción es crónica e incurable. Así, siempre se
pueden sufrir recaídas. Pero la probabilidad de recuperación es similar
a la de la diabetes y puede controlarse para mejorar la calidad de
vida. En consecuencia, la recaída no debe considerarse como el fracaso
del tratamiento; sólo indica que éste tiene que repetirse. La doctora
Medina Mora señala que si entendemos que la adicción es una enfermedad y
que la recaída forma parte de ella, un tratamiento exitoso no debe
medirse sólo por la abstinencia, sino por la disminución de las
recaídas, así como de su gravedad y duración. "Esto realmente mejora la
condición de salud y los periodos de abstinencia incrementan la
esperanza de vida".
El mejor enfoque: la prevención
Pero para no llegar a necesitar tratamiento Rubén Baler propone la
prevención universal: "Evitar todo lo que sabemos que es dañino y tratar
de promover y enaltecer lo que sabemos que es positivo". Entre los
factores negativos se encuentran, por ejemplo, los padres adictos, la
pobreza extrema, la mala nutrición, la falta de ejercicio, así como un
ambiente que no sea confiable para los chicos y, desde luego, un entorno
de violencia. "Deben evitarse esas actividades desafiantes, o de franca
delincuencia", pues son factores de muy alto riesgo. Baler añade que no
es cuestión de magia. "Todo lo que promueve un ambiente saludable por
fuerza va a reducir el riesgo absoluto de abuso de sustancias".
Y la doctora Medina Mora agrega que "tenemos que trabajar para que se
deje de vender alcohol a los adolescentes", lo que sucede incluso en
tiendas establecidas que funcionan las 24 horas. También hay que frenar
la disponibilidad de inhalables y de cigarros sueltos. Proteger a los
adolescentes de las drogas es fundamental, "pues toda la evidencia de
salud pública nos habla de un riesgo mayor" en la adolescencia. Al
documentar tanto la investigación que ha realizado la doctora Nora
Volkow como la que ha financiado el Instituto Nacional de Psiquiatría se
encontraron todos los elementos que definen la adicción como una
enfermedad tratable. Ahora la política pública debe reunir esta
evidencia científica, compartirla con la población y convertirla en una
convicción social.
Más información
- www.drugabuse.gov/es/información-sobre-drogas
- Ruiz Loyola Benjamín, ¿Cómo ves? Las drogas, Col. ¿Cómo ves?, No. 3, UNAM, México, 2002
Nota de Verónica Guerrero Mothelet
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