Biología y ambiente
Como todo lo que influye en nuestra salud física y mental, la
propensión a las adicciones proviene de varios factores biológicos y
ambientales. "Los factores genéticos más o menos explican 40 o 60% del
riesgo total. El resto son factores ambientales, sociales, culturales,
dietéticos. Todo tipo de factores que no entran en el biológico", señala
Baler y agrega que no existen personas sin riesgo genético absoluto.
"No se trata de uno o cuatro genes que sean malos". Tenemos
miles de genes. A fin de cuentas, el que se manifieste el comportamiento
adictivo dependerá tanto de lo genético como del entorno. Así, incluso
si un individuo tuviera genes que propician el comportamiento adictivo,
si en su entorno no se usan drogas o si su comunidad de compañeros y
amigos no las consume, será muy improbable que el individuo desarrolle
adicción simplemente porque hay una interacción positiva y robusta entre
la parte biológica y la parte ambiental.
Con todo, Baler indica que algunas personas pueden definirse como más
vulnerables, pues tienen un riesgo mayor de desarrollar una conducta de
abuso de sustancias; son las personas proclives a conductas de riesgo o
a la búsqueda de novedades.
Principales factores de riesgo
- Conducta agresiva temprana
- Habilidades sociales deficientes
- Ausencia de supervisión paterna
- Compañeros/amigos que abusan de sustancias
- Disponibilidad de la droga
- Pobreza …
- Autocontrol
- Relaciones positivas
- Supervisión y apoyo paterno
- Información
- Políticas contra el uso de drogas
- Cohesión comunitaria
Dependencia física
Según María Elena Medina Mora hay sustancias que por sí mismas son
muy adictivas; por ejemplo, la heroína. Desde que se usa por primera vez
provoca una modificación estructural del cerebro. Otras sustancias
adictivas como el alcohol, el tabaco y la benzodiazepina (medicamento
psicotrópico que actúa sobre el sistema nervioso central) producen
dependencia muy rápido en las personas propensas.
Para que se desarrolle una adicción importa igual lo adictiva que sea
la droga, su disponibilidad y lo aceptable que la considere la
sociedad. La directora del INPRF señala que el riesgo se puede medir en
un laboratorio con modelos animales. Por ejemplo, una rata de
laboratorio es capaz de preferir la cocaína al alimento hasta la muerte,
pero esto no sucede con la nicotina. Sin embargo, entre los humanos hay
tres veces más adictos a la nicotina que a la cocaína y esto tiene que
ver con que la nicotina es más fácil de adquirir y su consumo es más
aceptado por la sociedad. En el caso del alcohol, otra droga de fácil
acceso y con amplia aceptación social, entre el 10 y el 15% de las
personas que beben desarrollan la dependencia. Uno de sus principales
síntomas es el aumento de la tolerancia; es decir, se necesita beber más
para experimentar los efectos deseados. La tolerancia se desarrolla muy
rápido.
La primera vez que bebemos el efecto es fuerte. Luego crece la
tolerancia y aunque mucha gente controla su uso, ese control se pierde
en los adictos.
La adolescencia, factor de riesgo
"Toda la parte del cerebro que es responsable del juicio, raciocinio y
control de la conducta se desarrolla hasta los veintitantos años",
explica la doctora Medina Mora. Como los adolescentes suelen tomar sus
decisiones a partir de las emociones y no del juicio y el raciocinio, es
más probable que abusen de las sustancias. El problema principal es que
en esa etapa de desarrollo el cerebro es mucho más vulnerable. "La
adolescencia es una época en la que se están desarrollando todas las
conexiones y exponer el cerebro a las drogas a esa edad tiene
consecuencias mucho más dañinas", indica la especialista. Los daños que
causa la mariguana en el cerebro pueden ser reversibles en las personas
que la empiezan a consumir en la edad adulta, pero no hay evidencia de
que lo sean cuando el abuso comienza en la adolescencia. Las
investigaciones sugieren que en este caso las consecuencias duran mucho
más. "Al reunir a todas las personas que han estado expuestas una o más
veces al uso de sustancias, controlando todas las demás variables, hemos
encontrado que quienes desarrollan dependencia generalmente comenzaron a
usar drogas dos años antes que aquellos que no la desarrollaron. Y
aunque el punto de corte son los 17 años, para el caso de la mariguana
tenemos el riesgo incrementado hasta los 26 años". Esto significa, según
la especialista, que los adolescentes no deben ni beber, ni fumar, ni
usar otras drogas "y que tenemos que trabajar con todas las políticas
públicas que nos ayuden a protegerlos".
En cuanto a los usos medicinales de la mariguana la doctora Medina
Mora señala: "Todo este asunto de la mariguana medicinal realmente
confunde a los jóvenes". Si bien anteriormente pudieron exagerarse los
daños que provoca, esto no significa que sea una droga inocua. Asimismo,
es un error pensar que, por ser un producto natural, no hace daño. "La
heroína y el opio también provienen de productos naturales y causan una
dependencia terrible". Además, es un riesgo que ocurra con ella lo mismo
que con algunos medicamentos para aliviar el dolor, que pueden causar
fuertes dependencias y son actualmente el principal problema de abuso de
sustancias en Estados Unidos. En ambos casos, manejados correctamente
cumplen su función, pero si se hace incorrectamente, pueden ser muy
peligrosos.
Adicción sin sustancia
Un descubrimiento, realizado por investigadores del Scripps Research
Institute de California en estudios con animales, en 2010, sugiere que
los mismos mecanismos cerebrales que participan en la adicción a las
drogas aparecen en la compulsión de comer y el consecuente desarrollo de
la obesidad. En ambos casos el exceso puede provocar una
descompensación en el circuito de recompensa; en los comedores
compulsivos, los impulsa a buscar alimentos ricos en grasas. Esta
similitud hace pensar que muchas de las compulsiones, o conductas
adictivas humanas (por ejemplo, adicción al sexo y a los juegos de azar)
podrían tener relación con desequilibrios de dopamina o de otros
neurotransmisores. Así, aunque en principio estas conductas no sean
adictivas, pueden llevar a la adicción.
Nota de Verónica Guerrero Mothelet
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