Gabriel Nagore.
Un cambio de enfoque para la prevención
- Investigar si hay antecedentes de alcoholismo en la familia. Investigar si hay antecedentes de alcoholismo en la familia.
- Si alguien bebe en exceso es necesario llevarlo al hospital como si se tratara de cualquier otra intoxicación. El registro y seguimiento del hecho podrían ayudar a establecer si hay o no predisposición al alcoholismo.
- Si un grupo de amigos o compañeros bebe periódicamente, recomendarles buscar información acerca de la predisposición al alcoholismo.
- Señales de alarma: emborracharse en cada fiesta; mostrar señales de impulsividad e inmadurez; escoger amigos que toman; preocuparse por disponer de bebida; pensar que sin alcohol, no hay diversión; alta tolerancia (tomar comparativamente mayor cantidad de alcohol que otros sin que se presenten síntomas tempranos de borrachera); ingerir alcohol para dormir y en el desayuno; sufrir pérdidas cada vez mayores relacionadas con la salud, la familia, el trabajo y la economía; sufrir lagunas mentales. Si alguien bebe en exceso es necesario llevarlo al hospital como si se tratara de cualquier otra intoxicación. El registro y seguimiento del hecho podrían ayudar a establecer si hay o no predisposición al alcoholismo.
- Si un grupo de amigos o compañeros bebe periódicamente, recomendarles buscar información acerca de la predisposición al alcoholismo.
- Señales de alarma: emborracharse en cada fiesta; mostrar señales de impulsividad e inmadurez; escoger amigos que toman; preocuparse por disponer de bebida; pensar que sin alcohol, no hay diversión; alta tolerancia (tomar comparativamente mayor cantidad de alcohol que otros sin que se presenten síntomas tempranos de borrachera); ingerir alcohol para dormir y en el desayuno; sufrir pérdidas cada vez mayores relacionadas con la salud, la familia, el trabajo y la economía; sufrir lagunas mentales.
El sutil límite
La gente que abusa del alcohol, con o sin predisposición, coquetea
con la dependencia, esto es, con la enfermedad. El doctor Cantú afirma
que al principio no se perciben claramente los síntomas: "Como
enfermedad crónica, su inicio es muy insidioso y se presenta a través de
los años. Cuando la gente se percata, la dependencia de la sustancia ya
se ha establecido irremediablemente". Lo que sí es claro es que,
incluso antes de que se establezca la dependencia, con el paso del
tiempo cada vez pueden llegar a ser más serias las consecuencias de la
llamada "enfermedad de las pérdidas": lesiones serias o muerte violenta
en accidentes automovilísticos o riñas, pérdidas económicas para poder
seguir consumiendo alcohol, pérdida de la pareja, los hijos, el trabajo,
los amigos, la salud.
Los especialistas en alcoholismo señalan dos hechos como el puente
que separa al bebedor habitual de la dependencia. El primero es el
aumento de tolerancia al alcohol. Es decir, el bebedor necesita y
consume mayor cantidad sin que se muestren signos tempranos de
borrachera. La dependencia significa que el organismo se habitúa
metabólicamente a altos niveles de alcohol en la sangre y protesta
cuando no los alcanza (para curarse la "cruda" hay que beber otra vez).
Ambos hechos conducen después a la pérdida total del control en la
manera de beber. El consumo se vuelve compulsivo. Quienes aceptan la
enfermedad buscan ayuda y entran a tratamiento para mejorar su calidad
de vida. Los que no, es posible que se acerquen paulatinamente a la
cárcel, al hospital psiquiátrico o la muerte.
Consumo de alcohol en México
En nuestro país, el consumo de bebidas alcohólicas representa un
serio problema de salud. La Encuesta Nacional de Adicciones —levantada
por la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud en
1993, en hogares, con una muestra de 20,243 sujetos, representativos de
la población entre 12 y 65 años de edad— indica que 66.5% de la
población estudiada (poco más de 28 millones de personas) son
"bebedoras"; 25.4% no beben y 8.1% son exbebedoras. La encuesta también
mostró que 23.4% de los sujetos entrevistados ha consumido alcohol hasta
la embriaguez; 9.4% presenta síntomas de dependencia, y 66.0% inició el
consumo de alcohol antes de los 19 años.
Por otro lado, una encuesta médica aplicada por la Dirección General
de Servicios Médicos de la UNAM a 32,321 alumnos inscritos al
bachillerato y a la licenciatura de la UNAM (57% de todos los alumnos de
primer ingreso), con un promedio de edad al ingresar al bachillerato de
15.5 años y a la licenciatura de 18.5, mostró que 17,813 estudiantes
(55%) nunca han bebido alcohol. El 45% restante (14,508 estudiantes)
inició su consumo entre los 13 y los 15 años de edad, cuando cursaban la
secundaria.
Con respecto a la frecuencia de consumo, 41% de las mujeres y 28% de
los hombres ingieren bebidas alcohólicas sólo una vez al año; 11% y 16%
de los varones de bachillerato y licenciatura hacen un consumo semanal,
mientras que en las mujeres es de 6% y 7% para los mismos niveles.
Con respecto a la intensidad de la exposición (número de copas que
consumen por ocasión), hay gran diferencia entre los sexos. El 50% de
las mujeres reporta consumir una o dos copas por ocasión y sólo 6% un
consumo intenso. El 25% de los hombres consume de una o dos copas,
mientras que el 23% toma seis o más copas por ocasión.
Quienes consumen habitualmente alcohol reportaron la convivencia como
la motivación principal (71.%); 27% de los estudiantes de bachillerato y
31% de licenciatura busca el efecto placentero del sabor y de la
sensación producida por el alcohol, y 11% de los estudiantes de
bachillerato y el 5% de licenciatura hacen uso de esta sustancia para
satisfacer la curiosidad. Los estudiantes encuestados provienen de
familias en las que el 33% de los padres, el 2% de las madres y el 7% de
los hermanos consumen alcohol.
Según esta muestra, la droga más consumida por los universitarios es
el alcohol, seguida del tabaco. El consumo de alcohol y tabaco están
íntimamente relacionados: más del 63% de los encuestados consumen ambas
drogas.
Fuentes: Secretaría de Salud, Dirección General de Epidemiología, Tomo I, Alcohol,
México, 1993 y Hernández R., M. y C. Lozada, "Perfil de consumo de
alcohol y otras sustancias en población universitaria de primer
ingreso", UNAM, 1997. (en prensa), Agradecemos también los comentarios
del Dr. José Luis Domínguez, asesor de la Dirección General de Servicios
Médicos de la UNAM.
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